Hoy estoy aburrido, practiquemos
ese juego de a veces que nos salva
de la triste presencia del desánimo.
Pongámonos las máscaras, digamos
las palabras que casi no decimos
jamás y, ante el espejo, sonriendo,
ensayemos la pose más certera
para expresar aquello que callamos.
Dime qué te parezco así, de pronto,
con esta mueca extraña, que es más mía
que mi cuerpo desnudo. Sé que siempre
que me dejas después de haber jugado
me es difícil poder reconocerme
en mi cara de todas las mañanas.
Cuando quieras volver, vuelve y jugamos.
Francisco del Moral Manzanares