He vuelto a recordar aquella tarde
en que estuvimos paseando
cerca del Puente de los Suspiros,
mientras una pareja de turistas
preparaba el abrazo y la sonrisa.
Tú y yo los observábamos de frente:
la vieja pose
trasplantada a la posteridad:
(el brazo descansado sobre el hombro del otro,
las miradas cruzadas y perdidas).
Nos deslumbraban
los flases de las cámaras de fotos.
Al alejarnos solos de la Plaza
de nuevo recordaste aquella historia
del puente que nos cuentan en los libros.
Nos abarcó el silencio de un instante.
De pronto comprendimos sin quererlo
esas felicidades diferentes
de quienes posan dándole la espalda.
Francisco del Moral Manzanares