A veces te parten en dos una idea,
te roban quizás una imagen lejana
que estaba volviendo a tu mente,
la abaten sin esa piedad
que pudieran tener.
Otras veces en cambio
te devuelven aquellas ideas que perdiste hace tiempo
y creíste olvidar para siempre.
Aquellas que un día estaban brotando
cuando ellas de pronto rompieron el aire
y abrieron en dos tu memoria.
Aquellas que un día te estaban haciendo sonreír
cuando ellas de pronto invadieron sin más tus recuerdos
o estaban ciñendo con fuerza
esa parte del pecho repleta de viejos cristales.
Así es como son las campanas en Padua.
No olvides seguir caminando,
a pesar de que a veces te falle la fuerza,
a pesar de que no siempre tengas el ánimo a punto.
Detrás de una esquina,
al llegar a la entrada del parque,
al cerrar una puerta,
cuando notes de nuevo que han vuelto a brotar los jazmines…
Aunque no sepas cuándo.
Siempre pueden sonar las campanas de Padua.
Francisco del Moral Manzanares