Me citó muy temprano
(la mañana
ya sabes que es un poco traicionera).
Me habló de tantas cosas… de los planes
que tiene para mí, de mi futuro
prometedor. Si quiero
puedo llegar volando a lo más alto
en unos cuantos meses.
«A lo más alto»
repetía muy despacio,
como si yo tuviera algún defecto
de comprensión u oído.
Luego salí confuso
de aquel despacho reluciente,
con aquella gran mesa de madera
de roble barnizada, exhausto y deslumbrado.
Pensé: «Seguramente
algún defecto grave he de tener».
Francisco del Moral Manzanares