A veces, cuando paso por San Rocco,
me gustaría muchísimo
haberte dicho: «A las seis y media
esta tarde quedamos en San Rocco».
Sería sencillo entonces relajarse,
dejarse dominar por ese impulso
de sentarse en la blanca escalinata
y hacer hora sin más, tranquilamente
hasta que se acabara poco a poco
el tiempo silencioso de esperarte.
La vida, francamente te lo digo,
habría de ser así. ¿No te parece?
Mientras pasan los otros, contemplarlos
sentado sin horario y con paciencia
hasta que tú pasaras por delante.
A veces, cuando paso por San Rocco
y no tengo una cita por la tarde
contigo (ni contigo ni con nadie),
me falta ese valor que necesito
para parar mis pasos y sentarme.
Francisco del Moral Manzanares