Hoy he estado mirando el calendario
donde voy apuntando los fracasos.
Se han convertido en asteriscos rojos
que salpican los meses y los años
y he advertido con máxima sorpresa
que ya olvidé lo que eran mucho antes
de que se convirtieran en asteriscos rojos.
A veces te provocan si los cuentas
una especie de vértigo en el pecho
como esos baches de la carretera
que te dejan sin aire unos segundos.
Como tantos recuerdos agradables
que acabas olvidando sin querer,
o como esas agudas ocurrencias
que mueren en la punta de la lengua.
Algunos eran manchas esparcidas
por días que aún estaban por llegar
(obviamente sabemos del futuro
más de lo que decimos a los otros)
y sin embargo era la tinta fresca.
Y dicen que tenemos que alegrarnos
de seguir destrozando calendarios.
Francisco del Moral Manzanares