Al principio te llevan de la mano
y tú no entiendes nada: aquellas letras
grabadas en el mármol,
unidas a un recuerdo anterior a ti mismo…
El enigma se aclara poco a poco
(las personas se convierten en letras),
tan sencillo, sin duda,
como el viejo Teorema de Pitágoras,
que hace tiempo aprendiste en el colegio
(bueno, tampoco tanto). Deduzcamos:
si esa regla funciona para todos,
también yo seré letras algún día
que observan dos extraños cogidos de la mano.
Francisco del Moral Manzanares