El futuro es un árbol sin tronco ni raíces,
de cuyos frutos hoy queremos, sin embargo
nutrirnos libremente.
Jugamos inventando sabores predilectos
y colores y formas y aromas que olvidamos
en la remota infancia,
anclados en cualquier sueño imposible,
anclados en deseos libres como bostezos
y atenazados por lo que no somos
y no podremos nunca llegar a ser.
El futuro es un árbol cuyas hojas el viento
mueve sólo al antojo de lo que deseamos,
sin reprimir un ápice
todo lo que sentimos.
Y bebe de la lluvia
de nuestras fantasías y nuestras carcajadas,
del aire vigoroso
que nos presta la noche
y del que nos despoja de nuevo la mañana
cuando frente al espejo nos lavamos la cara
y casi avergonzados nos peinamos.
El futuro es un árbol y otros árboles juntos,
es un bosque tan denso que, a veces, asustados,
olvidamos sus troncos, sus raíces,
olvidamos los nidos de sus ramas
y entonces preferimos
dejarlo solo en manos de la vil Providencia
y de la milagrosa Ecología.
Francisco del Moral Manzanares