A Carmen Soriano
Me pariste del verso y la palabra,
alumbrados los dos en el pesebre
de la risa y del llanto y del alegre
espíritu fugaz que me alumbrara.
Me sostuviste el cuerpo de la pluma
que, entre mis manos, baila lentamente
y, poco a poco, hiciste que mi mente
aprendiera a cogerla sin tu ayuda.
Y ahora, por fin, pasea por camino
de tinta y mil pasiones salpicado,
afrontando expectante su destino.
Sabiendo que llegar siempre es cansado,
de la sed y el dolor del peregrino
siempre por ti, feliz crucificado.
23.06.90 – Francisco del Moral Manzanares