Naciste para el luto y la agonía,
enamorado asceta de la muerte,
a cuyo talle azul, quebrado y fuerte,
cortejaste en tu ser, día tras día.
Lamiste sus entrañas de agua fría,
helándote de amor al envolverte
con su jugo mortal y al deshacerte
con su beso de frágil lozanía.
Y el gélido silbar de su llamada
escuchaste nacer desde la arena.
Acudió sin pensar tu piel de España.
Estoque de metal, seda encarnada,
la abrazaste sin fin, perfil de pena,
luna de hiel, caricia de guadaña.
23.06.90 – Francisco del Moral Manzanares