Ya se le van los ojos a la noche en cada bocacalle.
Jorge Luis Borges
He mirado a los ojos de mi mano derecha
fijamente y sin miedo, como si fueran agua,
en esta noche a mares brotando de la espuma
que asoma entre los labios más secos de la tierra.
Le he mirado a los ojos y he pensado despacio:
“A cuántas otras manos te diste,
a cuántas te negaste y a cuántas
-olvidando quizás tu humilde origen-
te ofreciste primero
para alejarte luego vivamente
en bocanadas de aire respirado.
Qué justa a veces,
qué señorial en ocasiones,
qué tremenda, qué aguda, qué visceral,
qué soberbia, qué despiadada incluso,
qué quebrada por dentro cuando suena otra mano”.
Y entonces, con sus ojos,
esos ojos pequeños que ha robado a la noche,
me ha mirado ella a mí,
fijamente también
y con mucho menos miedo que yo.
Y sin hablar me ha dicho:
“Si yo fuera la noche,
no tendría que robarle los ojos para verte“.
Francisco del Moral Manzanares