Tu corazón se abrió
como ese tulipán que en la mañana
se llena de rocío.
Tu mirada se fue
como esa golondrina que en invierno
se marcha a por estío.
Tu boca se borró
como esa imagen sucia que, en el charco,
se pierde en el vacío.
Todo fue un sueño gris…
¡Qué horror, Dios mío!
Otoño 1989 – Francisco del Moral Manzanares