No pudo ser la escarcha tan pesada
ni tan blanco el perfil de tus ausencias
tan profundo el caudal de mis dolencias,
tan rotundo el trotar de tu escapada.
No existirá la huella de mi espada
ni el placer de servir tus apetencias.
Por morir extasiado en tus esencias,
fallecer en tu risa disputada.
La daga inmensa que mi piel habita
del fondo de mi amor la gracia bebe,
mientras mi eterno afán de sed palpita.
Desaliñada mi esperanza leve
acude al ángel que a morir invita
cuando me abriga un beso de la nieve
04.06.91 – Francisco del Moral Manzanares