Claro que sí, que quiero
conocerte,
hablarte y que me escuches
sin esfuerzo,
dejarme transportar por
el refuerzo
febril y apasionado
de tenerte.
Claro que la palabra
quiero serte,
claro que entre gemidos
me retuerzo
si me falta la fuente
de que almuerzo:
la ciega sensación de
retenerte.
Ella tira de ti, mas
no te quiere,
te cubre con su piel, que
no te abriga,
te aleja y te abandona y
te doblega.
Pero fluyó la mar que
te requiere
y a surgir y a vivir y a
ser te obliga:
El caudal de Los Ángeles
te riega.
Francisco del Moral Manzanares