Perdóname
por ir así, negándote,
por ir así, creyéndome
que acaso nunca has existido.
Te quiero, sin embargo,
como al hijo pequeño
del que nada se supo hasta el instante
de haberlo descubierto una mañana.
Los Ángeles
te muestran blandamente,
como con algodones en las manos.
Quiero querer quererte,
¡mas ella te negó
por tanto tiempo!
Francisco del Moral Manzanares