…Y levaré mis anclas de esta tierra,
mas quedaré volando en la gaviota,
soplando en el rumor
del cielo, y en la arena,
jugando a deformar la cara de la sombra.
Y besaré la sal de tu alma, enloquecida
por serme siempre azul
y verme enamorado,
sin cuerpo, en el candil
oscuro de tu pena,
sin sueño, en la quietud,
tan frágil de tu boca.
Y levaré mis anclas de esta tierra
mas quedaré bailando en tu regazo,
queriéndote en la piel
violeta de tu tarde,
volviéndome a morir por besarte sin pausa.
31.01.90 – Francisco del Moral Manzanares